Un mundo convulso a la búsqueda de Shangri-La
Sin caer en relatos pesimistas, los conflictos no se resuelven únicamente con buena voluntad y labores de mediación. El realismo es el ingrediente principal en el análisis de las expectativas ‘racionales’ de unos y otros, y una práctica indispensable para los estadistas responsables. Desgraciadamente, no existe ese Shangri-La donde la armonía y la moderación aplicada a los deseos y las pulsiones políticas puedan tomar cuerpo y resolver los conflictos más enconados de forma pacífica y mutuamente satisfactoria. Hay que saber modular lo que se quiere en función de lo que se puede conseguir. El maximalismo en una mesa de negociación o en su antesala lo único que consigue es enconar el conflicto y aumentar la letalidad de sus consecuencias.
En el ámbito polemológico mundial no estamos en una situación que permita entrever un final próximo a los actuales conflictos. Tampoco parece que exista una clara voluntad de (re)construir un orden internacional basado en normas que sea capaz de acoger a aquellos países que no formaron parte de su diseño y que lo perciben como un artefacto imperialista y perjudicial. Y no vale aquí la simplificación argumental de la defensa de los valores universales porque hay quien no los tiene, quien directamente no los comparte y los rechaza, o quien ve que el rasero que se aplica por unos y otros a distintos conflictos depende de cada cual.
Si hay futuro, y creo que lo hay, será porque sabremos construir un nuevo escenario. Y en esa construcción habrá que moderar ambiciones, alcanzar acuerdos y facilitar el desarrollo a todos aquellos que se están quedando atrás. Caso contrario, germinará un rechazo creciente a los más nobles principios que solo se aplican en aquellos entornos que pueden sostenerlos económicamente, aunque para ello exploten a quienes no forman parte de su proyecto.
Ser potencia global significa mucho más que obtener beneficios directos del poder, significa ser capaz de ordenar la convivencia, promover el orden y facilitar el desarrollo de todos. Puede que Shangri-La no exista, pero eso no significa que dejemos de intentar encontrarlo o crearlo.