Una década esperando a las jóvenes nigerianas secuestradas por Boko Haram
Margaret, que este año cumplirá 29 años, es una de las 276 estudiantes secuestradas el 14 de abril de 2014 por miembros de Boko Haram en la pequeña localidad rural de Chibok, en el estado de Borno (noreste), y forma parte del centenar de las que siguen desaparecidas. Este secuestro causó gran emoción en todo el mundo y desencadenó la campaña internacional llamada “Traigan de vuelta a nuestras niñas” (en inglés, Bring back our girls).
Mary Shettima no sólo piensa en su hija, sino también en todos los demás niños secuestrados en el país. “Pienso en sus padres y rompo a llorar”, dice a la sombra de un baobab.
Pero una década después los secuestros masivos siguen siendo una realidad en esta parte de Nigeria, donde el conflicto con Boko Haram es responsable de una de las peores crisis humanitarias del mundo con más de 40.000 muertos y más de dos millones de desplazados. Y, a pesar de sus reiteradas promesas, el Gobierno nigeriano no logra restablecer la seguridad.
“Seguimos educando a los niños”
La región de Chibok aún vive bajo la amenaza de ataques y secuestros. La AFP pudo llegar hasta allí bajo escolta militar tras un viaje de seis horas por las polvorientas carreteras que la conectan con la localidad de Yola.
Desde sus nuevas aulas, los estudiantes pueden observar cómo el polvo se eleva hacia las ruinas carbonizadas de los antiguos dormitorios quemados por los combatientes de Boko Haram cuando secuestraron a las niñas de Chibok. Hauwa, que tenía 16 años en el momento del ataque y pasó tres años en cautiverio, recuerda la noche en que sus secuestradores llegaron en motocicletas. “Gritaban y disparaban al aire. Estaba aterrorizada pensando que nos matarían“, relata.
Práctica extendida
Los militantes de Boko Haram, que atacan escuelas cuya enseñanza consideran demasiado occidental, llevaron a cabo los primeros secuestros masivos de escolares en Nigeria para pedir rescates. Una práctica que ahora se extendió por todo el país, porque resulta lucrativa para los secuestradores. Más de 1.680 estudiantes fueron secuestrados en escuelas nigerianas entre 2014 y 2022, según la oenegé Save the Children.
En la ciudad de Yola, a medio día de viaje al sur de Chibok, la AFP pudo hablar con varias excautivas que estudian en la universidad estadounidesne de la ciudad. Grace, que tenía 17 años cuando fue secuestrada, espera convertirse en enfermera. “Destruyeron mi vida. Sin ellos ya habría terminado mis estudios”, suspira.
“El Gobierno nigeriano no aprendió nada tras lo ocurrido”, lamenta Jeff Okoroafor, miembro del equipo del movimiento “Traed de vuelta a nuestras niñas”. “Por eso los secuestradores todavía se atreven a secuestrar niños“, destaca.
Las madres de las niñas de Chibok no pierden la esperanza. Muchos padres murieron y los que quedan viven en un estado de angustia constante que se suma a las dificultades de vivir en una de las regiones más pobres del mundo. Muchos encuentran consuelo pensando que sus hijas regresarán. “Mi hija volverá pronto”, sueña Mary Shettima, cruzando las manos sobre las rodillas. “Es la esperanza lo que me mantiene viva“, resume.