Rosario, misionera española en el caos de Haití: “La embajada no nos ha dicho nada de evacuarnos, pero nosotras nos quedamos”
Sin televisión, ni radio, las cuatro misioneras de Gros-Morne se informan de lo que ocurre en la capital de Haití por las redes sociales (Whatsapp, Twitter, Instagram o Facebook). Así supo Fumanal que, tras la reciente dimisión del presidente, Ariel Henry, al que las bandas exigieron la renuncia y la convocatoria de elecciones, se quiere crear un consejo nacional de siete miembros que lleve al país a una transición. “Pero este consejo ha nacido muerto”, considera la misionera, “porque los representantes son de partidos políticos rivales que se enfrentarán en las elecciones y no van a ponerse de acuerdo en nada. Además, las bandas ya han dicho que les tendrán en contra”.
Y mientras tanto, los delincuentes controlan los accesos a la capital, bloquean el puerto y mantienen cerrados los aeropuertos, tras haber sacado a casi 4.000 presos de las cárceles. De Jimmy Cherisiér, alias Barbacue, el líder pandillero más visible de todos, la misionera dice que es “el diablo de verdad”. Se escucha por ahí, explica, que “tampoco es muy inteligente, pero es bravucón y capaz de todo”. Hace años bloqueó el puerto y dejó al país sin carburante. “Imagina, en un país en el que todo funciona con grupos electrógenos. Dos meses estuvimos sin hospitales, transporte o agua potable”.
Esta misionera suspira cuando se le pregunta cuál cree que es la solución posible para el caos y qué papel debe tener la comunidad internacional para atajar el fin de los ataques, de los que ya no se libran ni los barrios residenciales. No tiene la respuesta, pero vive esta espiral de violencia como una crisis más en un país que acumula “una desgracia sobre otra”. No pierde la esperanza de que el peligro cese pronto y vuelva la calma. En su caso, espera recuperarse de la gripe que este miércoles la ha dejado en casa y poder volver al colegio a enseñar a leer en español.