Crece la incertidumbre en Europa por la reducción del gas ruso
Reducción paulatina
Rusia lleva reduciendo el flujo de gas hacia Europa prácticamente desde el inicio de la invasión de Ucrania. Alemania, país altamente dependiente de los suministros energéticos fósiles de Rusia tanto para los hogares como para el funcionamiento de su industria, es el país más afectado de la UE. Pero no el único. A otros países como Polonia y Bugaria les ha cortado el suministro por completo y este lunes ha anunciado el recorte en un tercio del suministro a Italia.
“Gazprom anunció hoy que suministrará gas por un volumen de unos 21 millones de metros cúbico diarios, mientras que la media de los últimos días era de unos 32 millones”, ha informado Eni, la empresa italiana de hidrocarburos. La mayor parte del gas ruso que llega a Italia pasa por Ucrania, a través del gasoducto TAG pero una pequeña parte llega a través de Nord Stream
Antes del cierre del gasoducto, el nivel de suministro ya sólo llegaba al 40% en Alemania. A ello hay que sumar que la puesta en marcha del Nord Stream 2, el segundo gasoducto que tenía que conectar Rusia y Alemania a través del Báltico, fue paralizada sine die tras el inicio de la invasión rusa de Ucrania. El proyecto fue defendido durante años a capa y espada tanto por la excanciller Angela Merkel como por los socialdemócratas del SPD, socios de Gobierno de la política democristiana.
Gazprom justificó ya el pasado junio que la reducción del suministro se debía a una turbina defectuosa de la empresa alemana Siemens Energy que tuvo que ser enviada a Canadá para su reparación. Según la versión rusa, las sanciones occidentales dificultan desde hace meses el retorno de esa turbina. Canadá asegura que la turbina será entregada a Alemania y Berlín rechaza la argumentación de la empresa energética rusa.

Y como telón de fondo están las críticas del Gobierno ucraniano, que argumenta que esa excepción en las sanciones aprobadas contra la economía rusa coloca en una posición de debilidad a Occidente y en una de fuerza a Moscú, que goza así de una “sensación de impunidad”. Berlín responde a Kiev que el suministro de esa turbina no supone una violación de las sanciones porque estas nunca se dirigieron contra el suministro de gas ruso hacia Europa.
Racionamiento y recesión
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Además de buscar a marchas forzadas fuentes de energía alternativas al gas ruso, el Gobierno alemán sigue pidiendo a ciudadanía e industria que ahorren en el uso del gas en la medida de lo posible. El plan del vicecanciller Habeck es llegar a finales de año con un 90% de reservas de gas para poder hacer frente al invierno. Si eso no llega a ser posible, las autoridades alemanas podrían verse obligadas a racionar el consumo.
La industria alemana sería previsiblemente la peor parada, pues muchos de los procesos de la producción industrial en sectores como el químico, el farmacéutico o el del coche dependen del gas. La central sindical DGB alerta de que un parón en la producción industrial alemana generaría millones de desempleados. Y economistas alertan de la recesión que se cierne sobre el Viejo Continente si ese escenario se acaba consumando.
